Los sitios País Cátaro: visitas al abrigo de la lluvia
01 El castillo de Villerouge-Termenès
El castillo de los arzobispos de Narbonne está en un excelente estado de conservación. ¡Es uno de los pocos que aún conserva el tejado! Situado en el centro del pueblo del mismo nombre, este castillo es conocido por haber sido el lugar de la pira del último perfecto cátaro: Guilhem Belibaste. Su interior nos revela unas maravillosas salas originales y nos traslada a este siglo XIV tan turbulento.
02 La abadía de Caunes-Minervois
¡Discretamente situada a los pies de la Montagne Noire, la abadía de Caunes-Minervois contiene muchas riquezas! La sobriedad de su claustro contrasta con la opulencia de sus mármoles, presentes por doquier en la abadía. El monumento se descubre durante una visita ambulatoria «clásica» o a través de un casco de realidad virtual. Ambos métodos ofrecen al visitante la oportunidad de atravesar las épocas, desde la fundación del monumento hasta las exposiciones contemporáneas de cómics… ¡Y todo ello a cubierto!
03 La abadía de Saint-Hilaire
Situada en las proximidades de la ciudad de Limoux, la abadía benedictina de Saint-Hilaire debe su renombre a la multitud de tesoros que alberga: el más famoso de ellos es el altar-relicario del escultor anónimo, el maestro de Cabestany, también llamado sarcófago de Cabestany. El monumento es en sí mismo un himno a la elegancia: desde su claustro gótico hasta los techos pintados de la casa abacial. También es el lugar de una leyenda tenaz: aquí es donde los monjes habrían creado las primeras burbujas del Blanquette, el famoso vino espumoso, que todavía se puede degustar en la abadía en la actualidad.
04 El castillo de Arques
Se dice que es una réplica en miniatura del castillo condal de la Cité de Carcassonne. Con sus aspilleras, sus piedras almohadilladas y sus torres esquineras, la torre del homenaje de Arques tiene un aspecto militar. Sin embargo, es un castillo-residencia, cuyo estilo refinado combina confort, estética y fines defensivos. El interior nos desvela unas preciosas salas, cuyos detalles arquitectónicos preparan el estilo renacentista.
05 La abadía-catedral de Saint-Papoul
La majestuosa abadía-catedral de Saint-Papoul ha prosperado en el corazón de la fértil llanura del Lauragais, no lejos del Canal du Midi. Al igual que en Saint-Hilaire, el maestro de Cabestany dejó aquí numerosos testimonios de su arte. Además, aquí se le dedica una exposición completa. Aquí abunda el arte. Las épocas y las corrientes se confunden en una explosión de estilos y de colores: un ábside románico, un claustro gótico con pilares de ladrillo rojo, un coro barroco… ¡Y no nos caerá ni una gota encima durante la visita!