Los pueblos más bonitos
Algo alejado de la carretera que conduce de Limoux a Quillan, en el corazón de la Haute Vallée del Aude, Alet-les-Bains es un pueblo discreto, pero con un rico patrimonio arquitectónico e histórico.
Con su casco antiguo medieval y sus casas con entramado de madera, como la casa llamada de «Nostradamus», los vestigios de sus murallas y su magnífica abadía en ruinas, Alet-les-Bains es el lugar ideal para una estancia, en la que todos disfrutarán paseando, recargando las pilas o incluso probando suerte en el casino situado en las afueras del pueblo.
Bages está situada muy cerca de Narbonne y forma parte del Parque Natural Regional de la Narbonnaise. ¡Así pues, es un lugar tranquilo y preservado! En el pueblo, encaramado en su promontorio rocoso situado sobre el estanque, hay galerías de arte y es un placer pasear al azar por sus callejuelas estrechas y sus pequeñas plazas, por entre las que aquí y allá se entrevé un pequeño trozo del estanque, para descubrir su pequeño patrimonio lleno de encanto: el reloj solar del siglo XI, la pequeña plaza y su fuente, la iglesia de Saint Martin del siglo XIII…
Desde el mirador de las murallas se divisa uno de los panoramas más bonitos de la región con vistas a los estanques, al Canigou y a los Pirineos en la lejanía.
Bages es un pequeño pueblo de viticultores, artesanos y pescadores, pero, sobre todo, es conocido por la pesca de la anguila, que se cocina aquí en «bourride» y que se puede degustar en los restaurantes locales.
El casco antiguo se arremolina en torno a su imponente abadía. No obstante, además de la abadía, Caunes-Minervois también nos ofrece los restos de su muralla y un patrimonio arquitectónico notable. Sus callejuelas estrechas y sus magníficas mansiones constituyen el conjunto más completo de la arquitectura renacentista del departamento del Aude.
Las canteras de mármol (Carrières du Roy) constituyeron durante mucho tiempo la fuente de la riqueza y de la fama del pueblo. El mármol encarnado (rojo), explotado durante el reinado de Luis XIV, se puede apreciar especialmente en el Trianon de Versalles. Las canteras aún en funcionamiento se pueden visitar para tener la oportunidad de conocer el trabajo del mármol a través del tiempo y el papel que ha jugado este material en la economía local durante muchas décadas.
Todo el mundo (o casi todo el mundo) conoce el nombre de Cucugnan gracias al célebre sacerdote que trató de volver a llevar a su rebaño por el buen camino. El sermón del cura de Cucugnan es un cuento tradicional del Languedoc, utilizado por Alphonse Daudet en su obra «Cartas desde mi molino», que le hicieron famoso.
Así pues, Cucugnan no es un pueblo imaginario, sino un pueblo real, que se alza con orgullo sobre un pequeño promontorio rodeado de viñedos, a los pies del Castillo de Quéribus, una de las «Ciudadelas de Vértigo» más espectaculares.
Es todo un placer pasear por las callejuelas sombreadas del pueblo para descubrir sus pequeños tesoros. La iglesia de Saint Julien y Sainte Basilisse bien merece una visita debido a una curiosidad que alberga: ¡una estatua del siglo XVII que representa a la virgen embarazada! Nada corriente, ¿verdad? Los «Maîtres de mon Moulin» muestran el molino restaurado y el panadero artesano pone a la venta sus productos. El Thèâtre Achille Mir presenta 2 espectáculos sobre la historia del cura y del Castillo de Quéribus.
Fanjeaux es un pueblo encaramado en una colina, desde la que domina toda la llanura del Lauragais.
Y también es un lugar de gran valor histórico, ya que durante la Edad Media era un importante bastión dominado por nobles cátaros. Santo Domingo se estableció aquí para predicar contra los herejes. En el pueblo se puede admirar el antiguo convento de los Frères Prêcheurs (Hermanos Predicadores), la Iglesia de Notre Dame de l’Assomption, la Casa de Santo Domingo y el Seignadou, el punto más alto del pueblo y el mirador desde donde se divisa toda la llanura. Concretamente, desde aquí disfrutarás de una vista privilegiada del Monasterio de Notre Dame de Prouilhe.
Descubre estos sitios de visita ineludible durante un paseo por el pueblo: ¡recorre el nuevo e impresionante circuito artístico y escultórico!
Una laguna, el mar al alcance de la mano, los Pirineos como telón de fondo, un puerto deportivo con sus restaurantes, un casco antiguo arremolinado en torno a la Tour Barberousse, las ruinas de un antiguo castillo medieval, una vida festiva en constante ebullición, las salinas de colores irreales… y una famosa playa de chalets.
Esto es Gruissan, un pueblo con una gran vida cultural en un entorno patrimonial y natural excepcionales.
Es simplemente magnífico y perfecto para gustar a todas las edades.
Uno de los «Pueblos más bonitos de Francia». Llegando desde Carcassonne a través de una carretera que discurre por un valle sinuoso y empinado, la primera visión del pueblo es bastante teatral, con sus casas medievales, el puente románico sobre el Orbieu y su imponente abadía.
Un paseo por sus callejuelas empedradas te permite descubrir el mercado cubierto «Halles» de 1315, las numerosas casas señoriales que dan testimonio de la riqueza del pasado o la imponente iglesia de Saint Michel. Los numerosos puestos de artesanos le confieren un ambiente muy especial.
Atravesamos el Orbieu para dirigirnos a la imponente abadía de Sainte Marie d’Orbieu, parte de la cual aún está habitada por los monjes.
Actualmente cerrada por reformas, ¡esperamos con impaciencia su reapertura!
En el Haute Vallée del Aude, en pleno corazón del Pays Cathare, Rennes-le-Château tiene un pasado misterioso y cargado de historia. El cura del pueblo, el Abbé Saunière, habría encontrado aquí a finales del siglo XIX un fabuloso tesoro durante las obras realizadas en la iglesia del pueblo, unos documentos «tan importantes que podrían cambiar la faz del mundo»… ¿Simple leyenda? ¿secretos bien guardados? ¡Depende de ti formarte tu propia opinión!
Rennes-le-Château ofrece diferentes sitios para visitar, en los que aún permanece el enigma del insólito sacerdote rural: la Iglesia Sainte Marie-Madelein (siglo X), sus jardines y su cementerio, el presbiterio del sacerdote llamado Abbé Saunière (donde vivió entre 1885 y 1917), convertido ahora en un espacio histórico y cultural, así como el Domaine de l’Abbé Saunière, que da acceso a la Tour Magdala y a la Villa Béthania, al oratorio y al cenador.
El encantador pueblo de la Montagne Noire, Roquefère, está situado al fondo de un pequeño y pintoresco valle. Roquefère está dominado por un antiguo castillo del siglo XII, erigido sobre un promontorio rocoso al que está adosada una pequeña iglesia.
Aquí, la piedra de la región, muy característica de la zona, se puede apreciar en todas partes, principalmente en las casas, los lavaderos y las fuentes.
Somos la tierra de los castaños, las encinas y los brezales. Numerosas rutas de senderismo te permitirán descubrirlos. La ruta más ilustre te conducirá a la cascada de Cubserviès y su vertiginosa caída de 90 metros de altura.
Dar un paseo por Termes es en sí mismo una pequeña aventura. El pueblo está enclavado en pleno corazón de las Corbières y la carretera que conduce a él serpentea por estas tierras de belleza salvaje, entre viñedos, roquedales y garriga. Termes tiene la particularidad de poseer dos impresionantes gargantas, las Gorges du Termenet, un auténtico desfiladero vertiginoso en el que se perforaron 2 túneles para pasar la carretera, y las Gorges de Coyne Pont, que forman un circo natural.
El pueblo está encajonado en la hondonada del pequeño valle del río Sou y está dominado por una colina elevada, sobre la que se alzan las ruinas de la fortaleza. Sus pintorescas callejuelas llenas de flores y las tradicionales casas de piedra se despliegan por una ladera rocosa desde la Edad Media. Las calles han sido restauradas en «calades» y el agua fluye en abundancia por los arroyos que atraviesan sus callejuelas, aportando un toque de frescor, alrededor de la iglesia de Notre Dame del siglo XIII
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